En un nuevo capítulo de tensiones globales, Pekín eleva sus aranceles al 84% tras la última jugada arancelaria de Trump, desatando un conflicto económico con consecuencias que ya se sienten en los mercados financieros y las relaciones multilaterales.
El contraataque de Pekín sacude el tablero económico
China no ha tardado en mover ficha. En respuesta a los recientes aranceles estadounidenses del 104% a productos chinos, el Ministerio de Finanzas del gigante asiático anunció que, a partir del 10 de abril, las tarifas aplicadas a bienes importados desde EE.UU. subirán del 34% al 84%. Esta decisión no solo recrudece el conflicto comercial, sino que también manda una señal clara al mundo: Pekín no piensa quedarse de brazos cruzados.
La medida forma parte de una política más amplia de protección económica que, según autoridades chinas, busca equilibrar las condiciones del comercio bilateral. Entre los productos afectados figuran materias primas clave, componentes tecnológicos y maquinaria, lo que amenaza con golpear directamente a empresas estadounidenses con operaciones globales.

Mercados financieros al borde del colapso emocional
Los mercados internacionales reaccionaron de inmediato ante el anuncio chino. En Wall Street, los futuros del Nasdaq 100 cayeron un 0,8%, mientras que en Europa el índice Stoxx 600 retrocedió 4%, revelando una creciente aversión al riesgo. A esto se sumó un repunte en los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años, que se elevaron hasta el 4,386%, reflejando una huida de capitales hacia activos percibidos como más seguros.
La incertidumbre golpea con fuerza también al sector tecnológico, donde empresas como Apple, Tesla y Nvidia se enfrentan a posibles repercusiones en sus cadenas de producción y exportación. El miedo a un desacople más profundo entre las dos economías más grandes del planeta ya no es solo una posibilidad, sino una amenaza latente.
Europa toma posición y amplía el conflicto comercial
Mientras Washington y Pekín escalan su enfrentamiento, la Unión Europea ha decidido intervenir. Bruselas aprobó contramedidas comerciales por un valor de 22.000 millones de euros en productos estadounidenses, enviando un mensaje claro a la Casa Blanca: el proteccionismo tiene consecuencias globales.
Estas decisiones revelan que el conflicto ya no es únicamente bilateral, sino sistémico. La UE, preocupada por el impacto que estos aranceles podrían tener sobre la estabilidad del comercio internacional, se alinea con una postura defensiva, intentando proteger sus mercados y sus empresas frente a la volatilidad generada por las políticas de Trump.

Un mundo dividido entre nacionalismos y retaliaciones económicas
La disputa actual no es solo una pelea por tarifas: representa el colapso de una visión del mundo basada en la interdependencia económica. Las recientes declaraciones del presidente de HSBC, Mark Tucker —“La globalización como la conocíamos puede haber llegado a su fin”— resumen el sentir de muchos líderes financieros y políticos.
En este nuevo contexto, se impone una lógica de bloques, de alianzas estratégicas y de una carrera por la autosuficiencia. Estados Unidos defiende su soberanía económica con políticas agresivas. China responde buscando consolidar su dominio regional. Europa intenta no quedar atrapada en el fuego cruzado.