Desde sus inicios Atlier ha buscado trascender la simple experiencia gastronómica, combina un concepto único de cocina local con influencias internacionales. Este lugar ofrece mucho más que platos deliciosos; invita a sus visitantes a sumergirse en una atmósfera cálida y acogedora. La propuesta destaca por su uso de materiales orgánicos, luces tenues y un diseño que conecta a las personas con la tierra, literal y figurativamente. Este enfoque no solo busca comodidad, sino también conciencia medioambiental. El significado del nombre «Atelier» en francés, que alude a un taller de arte, refleja esta visión: un espacio donde todo, desde la comida hasta los utensilios, es elaborado artesanalmente, con un fuerte compromiso hacia la sostenibilidad y el reciclaje.
La esencia del lugar radica en dar una segunda vida a lo que otros consideran desechos. Vajillas y materiales de segunda mano son reutilizados y transformados en piezas funcionales y artísticas. Este enfoque también se refleja en su cocina, que fusiona influencias de la colonización española en países como México, Colombia y Perú. Estas raíces comunes son el punto de partida para la creación de platos que, aunque únicos, evocan historias compartidas. La conexión con el entorno también se plasma en las decisiones cotidianas, como el uso de plantas secas que no demandan agua excesiva, un recurso escaso en la región de Máncora. Incluso los árboles locales, como el algarrobo y el neem, son tratados como patrimonios vivos del espacio.


En los últimos años, Atlier ha enfrentado grandes retos. Las dificultades relacionadas con el fenómeno de El Niño, los cortes prolongados de agua y la corrupción local han puesto a prueba la resiliencia del lugar. En varias ocasiones, el restaurante se vio obligado a cerrar durante meses, lo que obligó a su equipo a buscar alternativas para mantener el proyecto vivo. Sin embargo, estas adversidades han fortalecido el compromiso del equipo con su misión de sostenibilidad. A pesar de estos problemas, Atllier ha continuado avanzando con soluciones creativas, demostrando que es posible ofrecer calidad y sostenibilidad incluso en contextos desafiantes.
La experiencia de Atlier no se limita a la comida. Su atmósfera única se refleja en la calidez del ambiente, el trato justo a los clientes y una propuesta gastronómica inclusiva que atiende a diversas necesidades alimentarias. Además de los platos de autor y las bebidas con toques locales, el menú está diseñado para que los visitantes puedan disfrutar tanto de opciones ligeras como de platos principales, fomentando una experiencia personalizada. Este enfoque busca equilibrio entre calidad, precios accesibles y un respeto profundo por el entorno y la comunidad. Aquí, no se trata de aprovecharse del turista, sino de construir una relación auténtica basada en el respeto y la congruencia con los valores del lugar.

El futuro de Atlier está lleno de sueños y objetivos claros. Uno de ellos es finalizar el proyecto integral con la creación de una tiny house con vistas al mar, cerrando el ciclo de este espacio como un modelo de sostenibilidad y autenticidad. Además, la expansión en canales digitales y redes sociales permitirá comunicar la esencia de Atllier a una audiencia más amplia. El lugar sigue siendo un refugio donde cada visitante puede sentir la energía y el alma del espacio, un lugar que no solo se observa, sino que se vive y se recuerda. Aquí, cada detalle está diseñado para conectar a las personas con la naturaleza y con una forma de vida más consciente, inspirando a otros a creer en sus propios sueños y proyectos.
Atlier no es solo un restaurante o un alojamiento; es una declaración de principios. Con cada plato servido, con cada rincón del lugar cuidadosamente diseñado, se refuerza la idea de que lo sostenible y lo bello pueden coexistir en armonía. Es un recordatorio de que lo hecho con las manos, el corazón y una intención genuina tiene el poder de transformar no solo un espacio, sino también a quienes lo habitan y lo visitan.
Redacción: Sebastián Lozada