Desde hace más de un año, Rosario Segura vive atrapada en una pesadilla legal, emocional y económica. Su único «error»: haber confiado en un inquilino que resultó ser, según sus palabras, un abusador de las leyes. Germán Lack Gómez, abogado de profesión y deudor alimentario registrado en el REDAM, dejó de pagar el alquiler de su departamento desde julio de 2024. Desde entonces, Rosario no solo enfrenta el drama de no recibir su renta, sino que además carga con deudas, amenazas y procesos judiciales que se alargan sin solución.
La historia comenzó en diciembre de 2023, cuando Rosario, madre soltera con un hijo con epilepsia, alquiló su departamento en Surco a Lack. Lo hizo a través de un asesor inmobiliario que filtró la documentación: copias de DNI, certificado de trabajo y antecedentes. A simple vista, todo parecía en orden. Lo que no sabía era que estaba abriendo la puerta de su hogar y de su tranquilidad a una persona que usaría sus conocimientos legales para dilatar, resistir e incluso contraatacar.

El denunciado es deudor alimentario registrado en el REDAM
“Desde agosto del año pasado, dejó de pagar”
La última vez que Germán Lack cumplió con el pago completo de su alquiler fue en julio de 2024. En agosto, pagó solo una parte. Desde entonces, acumula una deuda que incluye el alquiler, la luz, el gas, el mantenimiento y otros servicios que Rosario, a pesar de no contar con ingresos estables, ha debido asumir. “Me he endeudado para poder pagar todo eso. Él no responde, no contesta, y cuando lo hace, es para intimidarme”, cuenta la señora con visible agotamiento.
Al principio, Lack argumentó que el monto del mantenimiento era elevado. Rosario accedió a que se fuera en septiembre. Pero no se fue. Por el contrario, la situación se tornó más tensa. A raíz de una denuncia anónima donde se le acusaba de robo, con foto incluida, Rosario comenzó a sospechar de su inquilino. “Cuando le pregunté, me dijo que era una extorsión. Pero no había pedido de dinero. Solo silencio”, relata.
La sorpresa fue mayor cuando, tras semanas sin respuesta, Rosario acudió al departamento. Lo encontró ocupado por el padre de Lack, quien, en lugar de dar explicaciones, la acusó de usurpación. Pocos días después, la señora recibió una carta notarial del propio Germán Lack denunciándola formalmente por ese presunto delito. “No entendía nada. Yo solo quería recuperar mi casa”, afirma.
Lack también ha sido denunciado en el Colegio de Abogados de Lima
Justicia lenta, inquilino experto
El proceso legal ha sido desgastante. Rosario interpuso una demanda de desalojo (Expediente 2202-2024) en octubre del año pasado ante el 8° Juzgado Civil de Surco-San Borja. Al no recibir respuesta ni solución, en diciembre presentó una segunda demanda por daños y perjuicios (Expediente 2569-2024). La justicia, sin embargo, parece estar del lado del más fuerte. Seis meses después, el proceso sigue estancado. “Siento que el sistema está hecho para proteger al que más sabe, al que tiene influencias o al que simplemente puede pagar más”, lamenta Rosario.
En paralelo, ha tenido que enfrentar intentos del inquilino por cambiar el nombre de los recibos de luz a su nombre, irregularidades en el consumo eléctrico tras supuestos cortes por parte de Luz del Sur, y el temor constante de que la amenaza de «difamación» se convierta en otro frente legal en su contra.
“No solo me debe dinero. Ha dañado paredes, artefactos, ha vivido sin pagar un solo sol de mantenimiento por meses, y aún así, el sistema lo ampara. Me siento completamente desprotegida.”
Pese al corte de electricidad ejecutado por Luz del Sur, Lack sigue contando con electricidad en el departamento
Consecuencias que no se ven: salud física y emocional
La situación ha pasado factura. Rosario cuenta que cayó en una profunda depresión tras recibir la carta notarial de usurpación. Su salud física también se ha deteriorado. “Se me cae el cabello por mechones. Tengo manchas en la cara. Lloro sin control”, admite con la voz entrecortada. Pero no se detiene, porque tiene un motivo para resistir: su hijo.
“El colegio lo ha becado por su buen desempeño, pero él necesita terapias, medicinas que no siempre puedo pagar. Yo salí de una operación y no me he podido recuperar, porque todo lo que gano y pido prestado es para aguantar esta situación.”
Una lucha que no es solo suya
Más allá de su historia personal, Rosario alza la voz para alertar a otros propietarios. “Este hombre se aprovecha de su conocimiento legal para violar las leyes. No es justo. Las autoridades deben actuar más rápido. No puede ser que una persona honesta, trabajadora, tenga que rogar por algo que le pertenece.”
Y manda un mensaje a quienes puedan estar en situaciones similares: “No se callen. No se rindan. Denuncien. Hablen. Porque si no lo hacemos, estos abusadores siguen haciendo daño a más familias.”
Hoy, Rosario Segura solo espera una cosa: que Germán Lack deje su casa, que le pague lo que le debe, y que la justicia, aunque tarde, le devuelva su derecho a vivir en paz.