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El arte como refugio financiero: los coleccionistas limeños redefinen el mercado

El arte ya no es solo estética, sino estrategia. En Lima, un grupo de coleccionistas visionarios está transformando el mercado del arte como inversión, posicionándolo como un activo tan codiciado como los bienes raíces o la bolsa de valores. La capital peruana se erige como un epicentro emergente en el comercio de piezas de alto valor, donde la adquisición de obras no solo responde al placer estético, sino también a una estrategia financiera bien calculada.

El auge de la inversión en arte en Lima

En los últimos años, el interés por el mercado del arte en Lima ha crecido exponencialmente. Galerías como Revolver, Ginsberg y Enlace han dejado de ser simples vitrinas para artistas y se han convertido en catalizadores de un sistema financiero alternativo. Las subastas, antes reservadas para una élite cerrada, hoy atraen a un nuevo perfil de inversor que ve en el arte una fuente de rentabilidad y un escudo contra la volatilidad económica.

El arte se ha convertido en un activo tangible que no solo resiste la inflación, sino que también gana valor con el tiempo. En Lima, la percepción sobre la adquisición de obras ha cambiado: ya no es solo una cuestión de pasión, sino también una estrategia financiera bien calculada.

De la pasión al análisis financiero

El perfil del coleccionista limeño ha cambiado. Atrás quedaron los días en que la adquisición de una obra respondía exclusivamente al gusto personal. Hoy, los compradores aplican criterios financieros rigurosos, como la trayectoria del artista, su presencia en ferias internacionales, la demanda de su obra en el extranjero y su cotización en casas de subastas.

No se trata de comprar al azar. Es fundamental analizar el historial del artista y proyectar su crecimiento en el mercado. Muchos coleccionistas limeños ya han entendido que invertir en arte es similar a hacerlo en una startup: lo importante es anticiparse al boom.

Arte emergente: la gran apuesta

Mientras que nombres consagrados como Fernando de Szyszlo o Tilsa Tsuchiya siguen dominando el mercado local, hay una creciente ola de inversores que apuesta por artistas emergentes. Galeristas y curadores identifican talento en ascenso y asesoran a los compradores sobre cuáles nombres podrían multiplicar su valor en los próximos años.

El caso de Sandra Gamarra, artista peruana cuya obra ha sido adquirida por museos europeos, es un ejemplo claro del impacto de una estrategia bien calculada. Quienes apostaron por su trabajo hace una década han visto cómo su inversión se ha revalorizado significativamente.

El papel de las ferias y el mercado global

Eventos como Art Lima y PArC (Peru Arte Contemporáneo) han sido clave para posicionar el arte peruano en circuitos internacionales. Estas ferias no solo atraen a coleccionistas locales, sino también a compradores extranjeros que buscan diversificar su portafolio en mercados emergentes.

Lima está dejando de ser un mercado secundario. Cada vez más artistas peruanos están entrando en catálogos de casas de subastas internacionales como Christie’s y Sotheby’s, lo que genera mayor confianza entre los inversores.

El arte como nuevo paradigma financiero

El arte en Lima ha dejado de ser una adquisición puramente emocional para convertirse en una decisión calculada. La ciudad se consolida como un polo de inversión en el sector, con coleccionistas que entienden que el valor de una obra va más allá de su belleza: es una pieza clave en la construcción de un portafolio financiero sólido.

En un mundo donde la economía es impredecible, los inversores limeños están marcando un nuevo paradigma: el arte no solo se disfruta, también se capitaliza.