Tartale nació en 2021 como un refugio de creatividad en medio de la pandemia. Alessandra Lucía Suárez Cavero, estudiante de psicología, encontró en la pastelería una forma de reconectar con sus raíces y con su Omi, una repostera que la inspiró a transformar un hobby en un negocio. Lo que empezó con postres para amigos y familiares se convirtió rápidamente en un proyecto que combina tradición y creatividad.

El camino no fue fácil. Alessandra enfrentó el reto de equilibrar sus prácticas profesionales con largas jornadas en la cocina. Sin embargo, su pasión y el apoyo de su abuela y socia, Elisa Rosario Villacorta Barriga, la impulsaron a seguir adelante. Su esfuerzo y dedicación se reflejan en cada creación, que no solo deleita el paladar, sino también transmite una conexión emocional con quienes las disfrutan.
El sello de Tartale es su esencia familiar. Cada postre está diseñado para evocar la calidez de lo hecho en casa, creando recuerdos inolvidables. La combinación de innovación y tradición distingue a la marca, ofreciendo sabores únicos que conquistan corazones.



El futuro de Tartale se perfila con grandes novedades. Próximamente, abrirán un nuevo taller que permitirá aumentar su capacidad de producción y explorar nuevos canales de distribución. Además, continúan capacitándose para ofrecer postres excepcionales, reafirmando su compromiso con la calidad y el cariño que caracteriza cada detalle de su emprendimiento.
Tartale no es solo un negocio. Es la historia de un sueño compartido entre madre e hija, y la promesa de que lo dulce siempre puede unir corazones.
Redacción: Nataly Vásquez Zelaya