Trump reconfigura la geopolítica con contratos mineros y convierte a Ucrania en una vitrina de diplomacia extractiva
La paz como fachada de una conquista económica
Ya no es la solidaridad la que guía las alianzas internacionales, sino el cálculo. En un giro que resquebraja los pilares éticos de la diplomacia global, Donald Trump ha convertido el conflicto en Ucrania en una plataforma de negocios. El expresidente —y ahora nuevamente figura central en la política estadounidense— no ha firmado un acuerdo de paz. Ha oficiado, como advirtió el analista Jorge Chávez Álvarez, una misa extractiva sobre el ataúd del derecho internacional.
Trump presentó con entusiasmo lo que denominó una “alianza para la paz sin rendiciones”, pero detrás del eufemismo se esconde una arquitectura de contratos que despojan a Ucrania de su soberanía sobre los recursos naturales. Gas, litio y tierras raras ya no serán herramientas para la reconstrucción, sino moneda de cambio para pagar la asistencia militar estadounidense.
Reconstrucción o remate
El acuerdo, celebrado en Washington y suscrito por Volodímir Zelenski, establece que Estados Unidos recuperará el valor de su apoyo militar a través de concesiones en sectores estratégicos de la economía ucraniana. En otras palabras, se le cobrará a Kiev con los propios cimientos de su reconstrucción. Lo que parece un salvavidas geopolítico es, en realidad, un contrato de alquiler a largo plazo.
Chávez Álvarez lo describe con crudeza: “Trump no la salva, la subarrienda”. Y no es una exageración. En esta nueva etapa, Estados Unidos no actúa como potencia protectora, sino como socio comercial de una nación devastada. A cambio de ayuda, exige participación directa en la explotación de recursos naturales —desde las minas de litio hasta las reservas de gas en el este del país—. La diplomacia ha sido reemplazada por cláusulas de rentabilidad.
El altar de negocios y el nuevo Zelenski
La puesta en escena fue simbólicamente perturbadora. Trump transformó la tumba de Juan Pablo II, en una reciente visita al Vaticano, en altar de negocios. A su lado, Zelenski no parecía un líder soberano, sino un sumo monaguillo dispuesto a aceptar los términos de un socio con superioridad abrumadora. Lejos quedaron las gestas de resistencia y heroísmo. En su lugar, se alzaron los discursos sobre inversión, productividad y estabilidad fiscal.
El mensaje es claro: el botín de la guerra ya no se reparte con fusiles, sino con carpetas llenas de licencias de explotación. La “paz” es hoy un eufemismo que encubre nuevas formas de colonialismo empresarial.
Geopolítica como mercado
Este nuevo modelo no sólo reconfigura la relación entre Estados Unidos y Ucrania, sino que lanza una señal peligrosa al mundo. Si cada guerra puede derivar en oportunidades de inversión, ¿qué incentivos quedan para evitar los conflictos? La seguridad global empieza a resquebrajarse cuando la violencia se convierte en motor del capital.
Rusia, que ayer era el enemigo absoluto, hoy observa en silencio cómo su adversario occidental negocia con su botín. El viejo mundo bipolar se disuelve en un pragmatismo donde las ideologías ceden ante los intereses. Ya no importa con quién se negocia, sino cuánto se gana.
El dólar y el precio de la desmemoria
Las consecuencias de este enfoque no se limitan a Ucrania. Como advierte Chávez Álvarez, el saqueo maquillado de “alianza” no sólo erosiona la credibilidad de Estados Unidos como garante del orden mundial, sino que también mina la confianza en su moneda. Los nuevos aranceles que Trump impulsa y la mercantilización de la ayuda internacional están debilitando el dólar como refugio global. El mundo empieza a buscar alternativas, y ese cambio de brújula puede ser irreversible.
Así, mientras se venden discursos sobre libertad y reconstrucción, lo que se está firmando es un saqueo con membrete oficial. La doctrina Trump no inaugura una nueva diplomacia. Simplemente desempolva el viejo colonialismo y lo viste con logos empresariales.
Porque sí, a eso le llaman “alianza”. Pero desde siempre, como bien recuerda la historia, a eso se le llamó saqueo.
Redacción: Diario Central